La Puerta del Mercado.
La tercera zona de excavación se realizó en el encuentro de la Calle Herrerías con la Calle Granados. Aquí se planteo la realización de una cata en una de las zonas donde presumiblemente se esperaban encontrar restos con total seguridad, pues siempre se había planteado la existencia de una de las puertas islámicas de la ciudad.
La cata se abrió coincidiendo con la apertura del pavimento para renovar toda una serie de llaves de paso para el agua y realización de una arqueta para contener las nuevas llaves. Se respetaron los restos de muros y una vez que se cambiaron las llaves se procedió a la excavación de las estructuras de forma mecánica mientras hubo rellenos modernos y de forma manual al llegar a niveles más antiguos y para comprobación de los estratos y limpieza de las estructuras.(20)
La excavación, en condiciones de barro y agua, casi imposible de llevar a cabo, dejó limpia una estructura principal formada por sillares bien escuadrados y rejuntados compuesta por dos muros paralelos que prolongaban la Calle Granados adentrándose en la actual de Herrerías.
De estos dos muros, solo queda exento uno, pues el otro queda bajo una de las fachadas, viéndose solo una cara. El muro que queda visto por completo, tiene sus dos caras bien trabajadas, piedras cogidas con argamasa y una anchura de 90 cms.
Los dos muros hacen esquina y se cierran entre sí con un muro de menor grosor, 48 cms. Este muro aparece a una cota de 3’47 m, mientras que los anteriores lo hacen a 60 cms desde la superficie de la calle actual.
La rotura de las esquinas donde doblan los muros principales, el hecho de no hallar arcillas compactas en el entorno exterior de los muros y que los rellenos que se encuentran hasta cotas de 2’90 m dan cerámicas del siglo XVI al igual que los primeros rellenos del foso o barranco, indicaban la existencia de una torre con puerta de entrada a la ciudad a cotas desde la parte baja del foso.
Por debajo de la cota de 3’47 m se hallaron cerámicas medievales cristianas, fechables en el siglo XIV, por lo que estas estructuras formarían una anexión adelantada a la primitiva puerta islámica.
La torre dejaría una anchura interior para la calle de tres metros, con una puerta practicable con solo dos metros de anchura. La rotura de los laterales de la puerta coincidiría con el momento de destrucción de los elementos principales de fortificación de Tudela en el primer cuarto del siglo XVI, levantándose posteriormente la cota de la calle, hasta la actual, con el proceso de rellenado del foso.
Debido a las filtraciones y el barro, fue imposible llegar hasta niveles islámicos. Tampoco se pudo ampliar la cata por la complejidad de los cruces de líneas de saneamiento, agua y gas que hay en esta zona.
Solo cuando se renueven las redes en la calle Granados se podrá comprobar la conexión de esta fortificación con la original de cronología islámica
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