Judería nueva
Tras la reconquista de Tudela en 1119, la tradición señala que los judíos abandonan la población regresando solo cuando Alfonso I promete varios derechos, incluido el Fuero de Nájera. Para darles mayor protección les asigna una nueva ubicación de la judería dentro de los muros del castillo.
A diferencia de la Judería Vieja, la Judería Nueva está mejor localizada, ya que se dispone de mayor documentación. En realidad, todos los documentos existentes son o hacen relación a esta judería, ya sea en lengua hebrea o cristiana.
Todos los autores están de acuerdo en situarla dentro de los muros del castillo hasta que el aumento de la población hace desbordar estos límites para situarse junto a los barrios de diferentes parroquias cristianas cercanas a la fortificación.
San Pedro, San Miguel y San Salvador son nombres de calles y plazas existentes hoy, hasta donde se piensa que llegó la población hebrea, mezclándose incluso con la población cristiana.
Solo B.Pavón (1978) apunta que la Judería Vieja no dejó de existir y ambas convivieron en el tiempo. Esta afirmación se basa en el referido documento de 1177 por el que se vende una alboleca junto a la sinagoga y al orto de Santa María, pero hay que tener en cuenta que el traslado a la Judería Nueva no comienza a hacerse efectivo hasta 1170, cuando lo ratifica Sancho VI, y 1177 es una fecha muy temprana en la que debieron coexistir las dos juderías mientras se procede al traslado y la venta de las posesiones. Todos los demás autores no defienden esta teoría.
Tras la Reconquista, los musulmanes abandonan la ciudad en el plazo de un año y se ubican en un barrio extramuros. Una gran parte de la ciudad queda despoblada a expensas de nuevos pobladores cristianos y judíos. Las excavaciones realizadas en 1997 por J.J.Bienes Calvo en el Cerro de Santa Bárbara, fechan un avance de las murallas del castillo a mediados del siglo XII, sobre un anterior espacio ocupado por viviendas. Este avance puede estar preparando los límites para albergar a la nueva judería hasta las remodelaciones del siglo XIV con Carlos III el Noble.
El aumento de la población judía y el nuevo espacio creado por las dependencias palaciegas son la causa de que se comiencen a ocupar calles cercanas a los muros del castillo, pero ya fuera de él. L Marín Royo (1978) recoge, incluso, la destrucción de una sinagoga en estas obras del siglo XIV.
Los documentos citan dos áreas dentro de la judería, conocidas como La Planilla y la Puyada de la Planilla o del Castillo. En la zona oriental de La Planilla se situaban los tejedores, muy cerca de la parroquia de San Miguel. También se citan dos sinagogas y un midrash, aunque alguna de ellas puede ser una reiteración del mismo edificio.
Tras la expulsión de los judíos de Navarra en 1498 se vuelve a despoblar esta zona y tras la anexión de Navarra a Castilla en 1522 comenzará el proceso de desmantelamiento del castillo. Quedará así una extensa área despoblada de donde se irán extrayendo materiales constructivos.
La pérdida del caserío y de la trama urbana será completa y esto se pone de manifiesto en la excesiva anchura que tiene la calle Paseo del Castillo, a la que acompaña un tipo de edificación totalmente renovada, al igual que ocurre en el extremo oeste de la calle San Miguel y en la calle Subida al Monumento.
La superficie aterrazada del castillo y sus laderas llegarán despobladas hasta la actualidad, confiriéndole un potencial histórico sin precedentes en Tudela, donde además de poder descubrir estructuras del castillo que hayan quedado ocultas tras su derribo, van a poder ser estudiadas extensas áreas de la judería sin que interfieran en la trama urbana de la ciudad.
Judería vieja
Parece ser que la población judía llega a Tudela atraída por el fuerte poder político y económico que va adquiriendo la ciudad durante el siglo IX, inmediatamente a su fundación islámica.
Sabemos que existió esta presencia judía en otro lugar del que luego tendrá tras la Reconquista porque así es reconocido en el Fuero de Nájera, dándoles nueva ubicación para su residencia y necrópolis, haciéndose efectivo en 1170 bajo Sancho VI. También se conoce por un documento de 1234 en el que se cita la Judería Vetus.
Su localización dentro de la trama urbana actual se debe a los estudios de J.M.Lacarra (1950), en base a la existencia y mayor abundancia de adarves en el sector sudeste de la ciudad. Todos los demás historiadores que han versado sobre el tema han mantenido esta tesis como cierta. Solamente la publicación de B.R.Gampel (1996) indica que no hay una documentación que respalde estas afirmaciones.
Lacarra sitúa la judería en el espacio comprendido por la nueva Plaza de la Judería, y las calles Verjas, Benjamín de Tudela, La Vida, La Parra y Cortes, limitando con las murallas y con acceso directo desde la Puerta de Zaragoza. En su publicación sitúa al este de la judería el barrio mozárabe, en las calles de San Julián, Tornamiras, Higuera y Horno de la Higuera, por tener un trazado de calles más regular y sin callejones sin salida. Estas calles, que en un principio fueron dadas como mozárabes fueron pasando a ser de la judería en posteriores publicaciones por otros autores, sin ninguna justificación.
En un documento fechado en 1177 se vende una alboleca que está junto a la sinagoga y al orto de Santa María. Recogido por J.M.Lacarra (1985), fue otra base para ubicar la judería en esta zona.
Hoy, después de 50 años, vamos teniendo algunos elementos de juicio a través de las escasas excavaciones que se han realizado en este sector. Mª Cruz Pérez Omeñaca realizó excavaciones junto a la Puerta de Zaragoza en el año 1997 y en la calle San Julián en 1999, descubriendo sendos tramos de muralla junto al río Queiles, pero sorprendentemente no apareció ningún resto de poblamiento intramuros anterior al siglo XII.
Otras dos excavaciones, realizadas por J.J.Bienes Calvo en el Mercado de Abastos en el año 1987 y calle Carnicerías en 1996, dieron idénticos resultados negativos para la presencia de poblamiento en época islámica. Estas excavaciones plantearon la hipótesis de la existencia de un gran espacio despoblado entre el núcleo del caserío islámico, definido por el límite del muro de la quibla de la mezquita, y la muralla del río Queiles.
Tampoco aparecieron restos islámicos al vaciarse, para crear un aparcamiento subterráneo, el solar bajo el espacio triangular de la Plaza de la Judería. Aquí no se realizaron excavaciones arqueológicas, pero sí se revisaron los vertidos en la escombrera, sin que se encontraran cerámicas anteriores al siglo XII.
Realmente las tesis mantenidas originalmente por J.M.Lacarra (1950) no tienen una base fuerte que las sustente. La presencia de adarves se puede apreciar en otras partes de la ciudad, con tanta intensidad como en ésta. Solamente la presencia de la sinagoga junto al orto de Santa María, teniendo cuidado de no confundirlo con el claustro, puede poner la Judería Vieja entre la Catedral y las murallas del río Ebro, quizás más hacia la vertiente del río Mediavilla que hacia la del Queiles, como indica Lacarrra.
Solamente la continuación de las excavaciones arqueológicas en el casco urbano y el hallazgo de elementos materiales exclusivos de la comunidad judía, los cuales son muy escasos, podrán indicar la auténtica situación de esta judería.
La vivienda
La casa de la calle Dombriz es otro de los hitos turísticos que forman parte de los recorridos por la Tudela hebrea, y realmente podría pasar por tal, ya que cronológicamente se puede fechar su construcción en los momentos finales de la presencia judía en Tudela, pues su tipo de construcción con las plantas superiores saliendo hacia la calle algo más de medio metro con respecto a la fachada de la puerta, le dan una cronología del siglo XV, quedando solo otros dos ejemplares más, aunque muy renovados, en el casco antiguo de Tudela.
Pero nos encontramos con una contradicción similar a lo que ocurre con la sinagoga. Si la casa se puede fechar bien en el siglo XV, estamos en un momento histórico en que la judería no se encuentra aquí. Solo siguiendo la teoría de B. Pavón (1977) tendría sentido una casa del siglo XV, manteniéndose la judería vieja junto con la nueva, pero todos los estudios basados en los nuevos documentos hallados posteriormente a la publicación de Pavón mencionan un solo lugar para la judería en las laderas del castillo.
Lampara ritual judía
Un fragmento de lámpara ritual judía de tipo doméstico, denominada «hanukiyá» que hay en la nueva sala judía del museo de Tudela y que fue encontrado en el cerro Santa Barbara, en unas excavaciones en 2001.
He colocado el fragmento original y una reconstrucción digital para que os hagáis una idea.
La finalidad de estas lámparas era la de ser encendida durante la fiesta de Hanukkah o fiesta de las luces, que en el calendario judío tiene lugar el 25 del mes de Kislev (diciembre en el calendario cristiano). El origen de esta fiesta se remonta a la época en que tuvo lugar la revuelta Hasmonea; desde entonces, el pueblo judío la celebra sin interrupción, conmemorando la purificación del templo tras la victoria de los macabeos sobre los griegos seléucidas en el año 165 a. de C
La fiesta de las luces comienza con el ritual del encendido de la primera candileta (siempre empezando por la derecha y tomando la luz de la novena candileta o samás) el día 25 del mes de Kislev, encendiendo cada día una luz más hasta completar los 8 días de la fiesta, en que arden las ocho mechas de la hanukiyá.
La necrópolis
Junto con la nueva judería, los judíos de Tudela van a recibir un nuevo terreno para su necrópolis. Este se sitúa en un plano elevado, extramuros de la ciudad, en su lado Noroeste, al que tendrían acceso por la llamada Puerta de Calahorra, la más próxima al barrio judío.
La existencia de enterramientos en esta zona es conocida desde principios del siglo XX, donde Mariano Sainz (1913) destaca la aparición de huesos humanos en la construcción de los depósitos de abastecimiento de agua, pero los identifica como enterramientos tras la contienda con los franceses en la Batalla de Tudela.
Actualmente, el espacio que ocupa la necrópolis se sitúa en el término denominado El Palenque, o también conocido como Montes de la Cloquera; es propiedad municipal y está totalmente cercado porque aquí se sitúan los depósitos para el agua que tuvo Tudela hasta la construcción de la nueva potabilizadora.
Los grandes vasos para almacenar el agua, así como las conducciones de tuberías, han destruido, al menos, un 60 % de los enterramientos.
Fue en unas obras posteriores, en el año 1984, cuando se procedió a realizar una pequeña excavación de urgencia que descubrió tres enterramientos y apuntó la existencia de varios más. Tras esta excavación, dirigida por J.J.Bienes, y su publicación en 1989 se planteó, en base a sus características, que se trataba de la necrópolis judía comprendida entre los siglos XII al XV.
En el año 1998, coincidiendo con el V Centenario de la expulsión, se procedió a realizar una excavación más amplia, también dirigida por J.J.Bienes. En esta ocasión se descubrió parte de una densa necrópolis perfectamente alineada en calles, llegando a contabilizarse 27 enterramientos en una superficie intacta de 30 metros cuadrados.
Todos los enterramientos se realizaron directamente en fosa, pero existen otros con lajas laterales y cubierta de losas, de los que solo se excavó un ejemplar en 1984, conociéndose la existencia de otros que han aparecido en obras sin controlar.
La conservación de los restos humanos es muy mala ya que se encuentran en zona de pinares y las raíces han aportado suficiente acidez al terreno como para hacer desaparecer los huesos de los individuos más jóvenes y dejar muy deteriorados los de los adultos. De hecho, en todas las fosas de enterramientos infantiles, muy numerosas, no se llegaron a encontrar restos humanos.
Tras el abandono de la necrópolis, las piedras que estarían marcando las sepulturas serán desmanteladas. Por fortuna, en tres de los enterramientos descubiertos en 1998 se conservaba la parte inferior de una estructura rectangular formada por piedras pequeñas que asentaban sobre la superficie de la necrópolis, sellando la fosa.
Desafortunadamente, en ninguno de los enterramientos excavados se ha recogido objeto alguno de ajuar, ni tampoco hay indicios de inscripciones. Solamente se han recogido clavos de hierro pertenecientes a los ataúdes y fragmentos de cerámicas revueltos con la tierra del enterramiento que certifican la cronología.
En realidad, la adscripción de esta necrópolis a la Judería Nueva se hace en base a sus características formales y cronológicas, no disponiendo, por el momento, de una prueba material, tal como una inscripción o un amuleto.
Con respecto a la necrópolis de la Judería Vieja poco podemos decir, quizá se pueda localizar algún día en las zonas altas situadas al Sur de Tudela, en la margen derecha del río Queiles, donde hay noticias de la aparición de numerosas zonas de enterramientos, sin que se haya realizado ninguna investigación.
Documentos Hebreos
Afortunadamente, el legado material escrito, tanto en papel como en pergamino, no ofrecen duda alguna sobre su autenticidad y adscripción a la comunidad hebrea de Tudela.
Estos documentos se reparten entre el Archivo General de Navarra, en Pamplona, y el Archivo Municipal de Tudela. En total solo son catorce documentos relativos a Tudela, ocho en Pamplona y seis en Tudela, pero el número de documentos hebreos es mayor, ya que también existen de otras poblaciones.
Así, en Pamplona se guardan en el Cajón 192, 77 carpetas que se distribuyen hoy en día en cuatro cajones. 37 documentos carecen de datos sobre su origen; le siguen en número los fragmentos de rollos o libros bíblicos, con un total de 23. Los demás documentos sí tienen procedencia y se distribuyen de la siguiente manera: 8 de Tudela, 5 de Pamplona, 2 de Puente la Reina, 1 de Olite, 1 de Milagro, 1 de Tafalla y un último dudoso de la población de Lucena.
Tudela, con un número menor de documentos, tan solo conserva de dos lugares. 6 de la propia Tudela y 2 de Borja. También conserva 8 fragmentos de libros bíblicos.
En el inventario solo se recogen con ficha los catorce documentos de la Judería de Tudela, incluyendo los demás en una simple relación, para que haya constancia de ellos, al final de esta memoria.
Los documentos más numerosos son los «ketubá», contratos matrimoniales en los que se da constancia, ante testigos, de las dotes dadas por ambos cónyuges. De los catorce documentos, cinco son contratos matrimoniales y un sexto es un expediente abierto por una viuda para cobrar su «ketubá».
Otros cuatro documentos pertenecen a ordenanzas de la aljama de los judíos de Tudela, donde se recogen los deberes, leyes y castigos que regirán la convivencia de la población.
Los otros tres restantes son documentos de compraventa e inventario de bienes.
La «sinagoga»
La capilla llamada Escuela de Cristo, que hasta hace unos años se describía como la antigua sinagoga judía y que como tal se muestra erróneamente en los recorridos turísticos por la ciudad, se encuentra en la crujía oriental del Claustro de la Catedral, con acceso directo desde el mismo.
Su identificación como tal se debe a D. Francisco Fuentes, presbítero de la Catedral, cuya información es recogida con algunas dudas por Francisco Cantera en su obra Sinagogas Españolas (1955), tras una visita realizada a la Catedral en el momento en que se estaban realizando las obras de restauración del Claustro.
La sala se conoce con el nombre de Escuela de Cristo y fue sede de la Cofradía de San Dionís.
Se fecha en el siglo XIV y es un gran salón de planta rectangular con cubierta de armadura de madera a doble vertiente. Presenta un pequeño coro o cantoría al que se accede por una escalera situada frente a la puerta de entrada.
Su construcción en gótico mudéjar y los paralelos sacados con el mudéjar toledano debieron ser los elementos que ayudaron a definirla como sinagoga, cuando realmente los paralelos se pueden buscar muy fácilmente en el gótico mudéjar de la región aragonesa, mucho más cercana y cuyos elementos decorativos nunca se han puesto en función de edificios hebreos.
Francisco Cantera asemejó los canecillos en proa de nave que sustentan el coro, con los existentes en las sinagogas de Toledo. Ni que decir tiene que este tipo de remate de la viguería es común en edificios nobles de época gótica en varias poblaciones aragonesas cercanas a Tudela. También tiene paralelos cercanos la decoración esgrafiada que decora las paredes, restaurada en su mayor parte, y que podemos contemplar en el Arco del Deán de Zaragoza y en las iglesias de Maluenda y Torralba de Ribota, también en Aragón.
Por otra parte, se conservan tres tablas pintadas de la cubierta del sotocoro, con iconografía de ángeles portadores de candelabros bajo arquerías entrelazadas y motivos heráldicos, y entre las metopas del alero aparecen motivos geométricos entrelazados y el anagrama IHS. Elementos que no pueden identificarse con la decoración de una sinagoga.
También es incongruente mantener la idea de ubicar aquí la sinagoga, desde el aspecto cronológico. Toda la decoración está fechada en el siglo XIV, cuando la judería está asentada en las laderas del castillo y no en esta parte de la ciudad. Y aunque Basilio Pavón en su teoría tuviera razón y se hubieran mantenido las dos juderías al mismo tiempo, el poder religioso cristiano en la Edad Media nunca hubiera permitido la existencia de un elemento de culto judío dentro de las dependencias de la entonces Colegiata.
J.L.Lacave (1992) opina que carece de sentido situar aquí la sinagoga, y Concepción García Gainza en el Catálogo Monumental de Navarra (1980), al tratar de la Escuela de Cristo, no hace el mínimo comentario.
Personajes judíos Tudelanos
Benjamín de Tudela
Benjamín b. de Tudela vivió en la segunda mitad del siglo XII, y fue el viajero judío medieval más importante. Poco se sabe de él; la única fuente de que disponemos es su “Libro de Viajes”. Aunque los escritores no judíos le titulan frecuentemente de “rabí”, no existen pruebas de que lo fuese, si se exceptúa la abreviatura convencional prefijada a su nombre en las fuentes hebreas.
A partir de evidencias internas, el inicio de sus viajes podría fijarse entre 1159 y 1167 (durante el reinado en Navarra de Sancho VI “El Sabio”) y su regreso a España, en 1172-1173 ( año 4933 del calendario judío). Tales periplos, pues, tuvieron una duración mínima de cinco años y una máxima de catorce. Dado que la última etapa – desde que dejara Egipto y llegara a España – duró por lo menos un año, la última hipótesis parece la más probable.
También se desconoce la finalidad de estos viajes, si bien se ha sugerido que Benjamín de Tudela era comerciante en piedras preciosas; consta que en más de una ocasión mostró vivo interés por el comercio del coral.
Su Libro de Viajes se basa en las notas e impresiones recogidas durante su dilatado periplo. Desde la ciudad de Tudela – reino de Navarra – desciende por el valle del Ebro: Zaragoza, Tortosa, Tarragona, Barcelona y vía Gerona, penetra en Provenza. Embarca en Marsella y viaja a Génova, Pisa y Roma, ciudad ésta en la que debió detenerse un tiempo, a juzgar por el minucioso relato que ofrece de sus antiguos monumentos.
Deja Roma y marcha hacia el sur. Reembarca en Otranto, pasa por Corfú y Arta, atraviesa Grecia y se detiene en Constantinopla, de la que ofrece una viva descripción de gran importancia para el conocimiento de las condiciones y situación socioeconómica de sus habitantes, judíos o no. Cruza el Egeo (islas Mytilene, Chíos, Samos, Rodas) hasta Chipre; llega a tierra firme y luego de pasar por Antioquía, Sidón y Tiro, entra en la de Israel por Acre, a la sazón en manos de los Cruzados. Recorre el país y describe detalladamente los Santos Lugares dejando, con ello, un documento de singular interés para el conocimiento de Palestina de aquella época.
De camino hacia el Norte, pasa por Tiberíades, Damasco, Alepo y Mosul, con un itinerario difícil de precisar. Llega a Bagdag, ciudad que describe con mayor extensión que cualquier otra. Parece probable que viajara a lo largo y ancho de Mesopotamia y Persia, aunque en estos relatos abundan los materiales legendarios. Resulta improbable, empero, se aventurase a traspasar estos ámbitos geográficos, aunque hable – con cierta fantasía – de China, India y Ceilán.
Ya de vuelta, Benjamín de Tudela hace una admirable descripción de Egipto y en especial, de la vida judía en El Cairo y Alejandría, ciudad en la que embarca para arribar a Sicilia, dejando de Palermo una descripción cuidadosa y pintoresca. De allí, presumiblemente, regresa por mar a España, aunque el itinerario finaliza con una idealizada visión de la vida judía de Alemania y del norte de Francia, basada tal vez en relatos que llegaron a sus oídos.
Al indudable valor cultural de esta edición se suma la excelente calidad del trabajo realizado por el doctor José Ramón Magdalena Nom de Déu. Su impecable traducción, así como el apoyo complementario de sus notas, son elementos que el lector apreciará y agradecerá sinceramente.
Datos extraídos del Libro de Viajes de Benjamín de Tudela.
Versión castellana, introducción y notas por:
José Ramón Magdalena Nom de Déu
Riopiedras Ediciones
Biblioteca Nueva Sefarad Volumen VIII
Abraham ibn Ezra
Abraham ben Meir ibn Ezra. Nace en Tudela (1092-1167). Abandona al Andalus y viaja por Europa (Inglaterra, Francia e Italia), África y Palestina y se distingue como médico, poeta, gramático, filósofo, cabalista y astrónomo. Sus Comentarios al Antiguo Testamento se distinguen por su erudición y originalidad. Realiza también muchas obras sobre diversas materias, entre las que cabría señalar el primer intento de sistematización de la gramática hebrea. Los judíos le llaman El Admirable y le tienen por un verdadero fundador de la exégesis racionalista. Sus libros son muy leídos durante la Edad Media y son objeto de otros comentarios. Ezra intenta desentrañar el significado básico de las Escrituras mediante el uso de principios filológicos. Sus interpretaciones filosóficas revelan la influencia del neoplatonismo. Otros escritos suyos hablan de temas tan diversos como las matemáticas, la astronomía, la medicina, la filosofía y la astrología. También escribe poesía profana en hebreo.
Autor de numerosos libros sobre astrología, filosofía y matemáticas, presentó en el s. XII a los judíos un esquema de los numerales hindúes, al mismo tiempo que Adelardo de Bath y Juan de Sevilla hacían lo análogo a los lectores latinos. Ibn Ezra utilizó los nueve primeros numerales alfabéticos-hebraicos y un pequeño círculo para el cero en su sistema decimal posicional para los enteros. Es también poeta hábil y artificioso de temas filosóficos y cosmológicos entre los que destacan los que tratan de la decadencia de las comunidades judías en España.
Muere en Qal’at al Hajar, Calahorra en 1167.
Leví, Yehuda ha- (c. 1075-c. 1141)
Poeta, filósofo y médico judío español de la escuela judeo-arábiga, considerado el mejor poeta medieval en lengua hebrea. Yehuda nació en Tudela, actual Comunidad Foral de Navarra (España), y vivió en Córdoba y otras ciudades andaluzas, antes de establecerse definitivamente en Toledo. Conocía en profundidad la Biblia hebrea, la literatura rabínica, la poesía árabe, la filosofía griega y la medicina. Mientras se ganaba la vida como médico, escribió Diván (Dìwan), una colección de poemas profanos, escritos en hebreo, que cantan la amistad, el amor y la naturaleza; esta obra incluye también poemas religiosos que posteriormente se emplearon en la liturgia judía. En ellos expresa su anhelo de Dios y Sión y manifiesta su esperanza en la redención mesiánica de su desdichado pueblo. También escribió el Libro del Jazar, un diálogo en árabe que explica el judaísmo a un converso.
Otro libro: El Cuzary
Libro de la prueba y de la demostración en defensa de la religión menospreciada. El Cuzary narra las conversaciones mantenidas entre este rey (Cuzary) y un sabio hebreo. Un extraordinario compendio de tradiciones orales y costumbres semitas. Ed. Indigo. Barcelona, 2001. 284 págs
Más adelante Yehuda abandonó a su familia y amigos en España para realizar una anhelada visita a Palestina. De camino pasó algún tiempo en Alejandría y El Cairo. No hay ningún tipo de información sobre el resto del viaje, pero según la leyenda fue asaltado por un bandido a las puertas de Jerusalén.
José Luis Lacave, destacado hebraísta, reflexiona sobre la aparición del nombre de Alisana (Lucena) en documentos hebreos de Navarra le llevan a la conclusión de que Tudela fue llamada Lucena por los judíos originarios de la ilustre judería andaluza que se establecieron en la ciudad navarra.
Imágenes Relacionadas:
Visitas: 2858