UN RETAZO DE HISTORIA DE TUDELA
De Julio García Pérez
“Dice Eduardo Pardo de Vergara en su obra Manual de Heráldica Española, al hablar de las armas de los señores de Fontellas: «a la diestra las de Antonio de Gante, caballero de la casa del Duque de Nájera y famoso ajustador citado en las páginas del Quijote».
Efectivamente, en El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, pone Cervantes en boca de Vicente de Roca, soldado fanfarrón (1ª parte, capítulo 51), «y había entrado en más singulares desafíos según él decía, que Gante y Luna, Diego García de Paredes y de todos había salido con victoria».
Diego Clemencín, en la nota 8 al capítulo 51 de su Comentario, tras extenderse en torno al Sansón de Extremadura, careciendo de nota alguna acerca de quiénes fueran Gante y Luna, supone que pertenecieron a la «clase oscura de rufianes»; y no lo fueron. No es creíble que lo fuera Luna, habida cuenta lo ilustre del apellido aragonés, pero es seguro que Gante no lo fue, aunque tampoco fue «famoso ajustador».
Hubo sí un célebre desafío, ochenta y seis años antes de la publicación del Quijote, y su resonancia en España debió de ser grande, para perdurar tanto tiempo su memoria.
Pero en tal desafío fue un Gante el desafiado y el retador un caballero tudelano, llamado Dionis de Eza y Mauleón, señor de Eza.”
“Antonio de Gante, hijo de Juan Sánchez de Sevilla, Notario de Úbeda, y de una señora del linaje de los Gante, de quienes tomaron el apellido sus hijos, caballero del Duque de Nájera (el que fuera Virrey en la Navarra recién conquistada, y a cuyas órdenes sirvió en la guerra de conquista), casó con Doña Bernardina de Peralta, nieta de Mosen Martín de Peralta, señora de Quel y Fontellas. En su boda intervino con ahínco su valedor, el Duque de Nájera. De dicho Antonio de Gante solamente recuerda la historia el episodio del desafío. Tenía su residencia en el castillo de Fontellas y debió tener también casa en Pamplona.
Dionis de Eza, hijo de Juan de Eza y de Lucrecia de Mauleón, fue bisnieto por línea paterna de D. Sancho Sánchez de Oteiza, Obispo que fue de Pamplona, y por la materna de Ojer de Mauleón, uno de los caudillos de la Gran Compañía Navarra de Carlos II el Malo. Su familia estuvo, pues, entre la nobleza media de Navarra, y una tía carnal suya, Brianda de Eza, fue dama de la Reina Doña Blanca.
Era también yerno de Garci Pérez de Veraiz, y teniente —por su suegro Mosen Pierres de Peralta, Merino de Ribera— de los castillos de Tudela y Milagro. Con su hija, Leonor de Veraiz y Peralta, casaría en 1510 y, en consecuencia, las esposas de ambos, retado y retador, eran primas segundas.
Ya en 1508 era Alcalde del Castillo de Tudela y lo que hoy llamaríamos Comandante militar de la plaza, y en tal sentido era comisionado por el Rey D. Juan de Labrit, juntamente con el Justicia de Tudela, para la demolición de cinco herrerías en el barranco de su mismo nombre, extramuros de la ciudad entonces y calle de Herrerías hoy, para con los escombros «allanar e igualar la dicha plaza para juego de cañas, justas y otros ejercicios de armas».
Agramontés por tradición familiar y como deudo de los Peraltas, fue él quien defendió la ciudad y castillo de Tudela, desde el 26 de julio de 1512, hasta que el 9 de septiembre se rindió, tras cuarenta y cinco días de sitio y privado de toda clase de ayudas, tras haber tomado los ejércitos castellanos Cascante, Cintruénigo y Corella, y estando privada la ciudad de 500 hombres de armas de la milicia local, que el día 23 de julio de 1512 habían salido de Tudela al mando de Gonzalo Sánchez de Mirafuentes en ayuda y a requerimiento de los Reyes D. Juan y Doña Catalina, y que pasaron a Lumbier con ellos dos días después, sin regresar posteriormente a Tudela. De heroica calificaría el P. Moret en sus Anales del Reino de Navarra tal defensa.
En 1514 el Rey D. Fernando el Católico confirma a Dionis de Eza, Señor de Eza, la gracia concedida por Juan de Labrit y Doña Catalina de 27 florines sobre las tablas de Navarra; ello no obstante continúa en su interior leal a sus Reyes.
Empero, tanto el retador como el desafiado, eran gentileshombres de la Guardia personal en Navarra de Carlos V.
Sin embargo, el motivo del desafío fue no demasiado heroico, sino simple y prioritariamente una cuestión de intereses. Las diferentes devociones políticas influyeron también, pero la enemistad fue primordialmente de motivaciones económicas. Veamos cuáles fueron:
Tudela, a finales del siglo XV y hasta el XVII tenía una economía predominantemente ganadera, basada en una numerosa cabaña de ganado lanar (en 1486 consta que había 35.000 cabezas) que pastaba en los Montes de Cierzo, Bardenas reales y en las facerías de los montes Comunes de Cabanillas y Fustiñana, en la de Montderey, con Ablitas y Cortes, y en el monte de Fontellas. Ello implicaba un importante comercio de lanas (en los archivos Notariales de la época figuran numerosas escrituras públicas de venta de lanas).
Había asimismo una importante industria lanera, iniciada por unos oficiales traidos de Zaragoza un siglo antes por Carlos II el Malo, y un numeroso gremio de pelaires y oficiales de lana, englobados en la cofradía de San Lucas de la Parroquia de San Miguel, donde aún perdura en dos calles su recuerdo.
Tanto el de Eza cuanto el de Gante eran propietarios de tierras y ganados, con hombres que trabajaban para ellos de modo permanente. «Eran hombres», en la terminología de la época. Con sus ganados, conducidos por sus hombres, el de Eza, como tudelano, se beneficiaba de los pastos de Fontellas, a lo que se oponía el de Gante.
Y de ahí nacieron las diferencias entre ambos.
Ya en 1508 mantuvieron un pleito sobre quién fuera el dueño del terreno de la tierra de batán de Fontellas. (La tierra batán es una greda arcillosa especial que por su capacidad de absorber la grasa, desleída en agua, se utilizaba para desengrasar y enfurtir los tejidos de lana).
En 1516 se recrudecen las diferencias con el de Gante por dicha cuestión de los pastos del monte de Fontellas, cuyo uso exclusivo pretendía Antonio de Gante, aunque en la escritura de compra del Señorío sobre la villa, hecha por Juan II a D. Martín de Peralta, suegro del de Gante, se hacía constar el derecho de Tudela a los pastos del Monte de Fontellas.
Y de las palabras se pasó a los hechos: desde el carnereamiento recíproco de los ganados hasta serias amenazas de muerte entre ellos, y hasta la muerte de un «hombre del de Eza».
Ya se ha creado entre ellos lo que muy gráficamente relatará el Procurador de Dionis de Eza, el 18 de enero de 1519, en la causa que contra el mismo se siguió en Tafalla, motivada por el desafío:
Consecuencia de todo ello es que, en determinado momento, en ausencia del de Eza y ante los Alcaldes del Real Consejo de Navarra en Pamplona, Antonio de Gante dice que antes de un año Dionis de Eza debería ser ahorcado.
Y el de Eza, movido sin duda por la enemistad existente entre ellos, y con dificultades y problemas para defenderse en et Real Consejo por razones de tipo político (el rebelde, defendiendo la causa de los legítimos reyes de Navarra, enfrentado a un caballero de los conquistadores, siempre encuentra dificultades en los tribunales del conquisador) y recordando y haciendo uso del privilegio que la ley de Sancho el Fuerte reglamentando los desafíos dio en Pamplona el año 1230:
Con este motivo se cruza entre ambos una suerte de correspondencia, en un estilo que parece sacado de Amadís de Gaula o de cualquier otro de los libros de caballería que un siglo más tarde ridiculizaría Miguel de Cervantes. Alguna de las cartas no resisto la tentación de copiarla.
Así, Dionis de Eza manda fijar en la puerta de la Iglesia de San Cernin, en Pamplona, en cuya parroquia vivía por aquellas fechas el de Gante, un cartel de desafío, con una redacción que no la mejorara el Ingenioso Hidalgo:
Debió de formar revuelo el referido cartel, por cuanto ni corto ni perezoso contesta el de Gante dos fechas después:
Tal carta la envía el de Gante personahnente, mediante un hijo suyo, y no menos rápidamente replica el de Eza:
Nuevamente volvió a responder el de Ganta en similares términos a su anterior, y así se cruzaron hasta cinco carteles cada uno. A partir del tercero el de Eza los envió directamente, mediante un heraldo o trompeta, Lope Roldán.
En el ínterin el de Gante ha promovido con tal Inotivo una causa penal en la Cancillería de Pamplona, y el 18 de junio se practica la siguiente diligencia:
No obstante, el de Gante respondió desde Quel aceptando el reto y diciendo al de Eza que él buscase el campo y que él mismo (el de Gante) llevaría armas iguales para el combate, como se desprende de la carta que Eza devuelve mediante el heraldo Lope Roldán, que con Juan de Ayústegui, Notario público y jurado, se desplaza el 19 de diciembre de 1518 a Fontellas, cuyo heraldo el dicho Roldan trompeta tanyo una trompeta que el traya e antes la tanyó por dos o tres veces alrededor del dicho castillo en presencia de todos los del dicho lugar, y a presencia del Notario y testigos Nazaiz de Yaqueza, Juan de Alfaro y Martín de Vallejo, entregó a Antonio de Gante unas patentes de seguro expedidas por Alain de Labrit, para poder venó; estar e demorarse con su compañía de servidores, cabalgaduras, azemilas, vestidos, dineros e armas e de poder volver a sus casas, y la siguiente carta:
Al requerimiento contestó el de Gante que si recibía autorización de sus Altezas los Reyes, Doña Juana y Don Carlos, iría al lugar —Pau— designado.
Llegado el día del desafío, el de Gante no acudió a Pau, y sí el de Eza, y a resulta de ello el juez de campo dictó sentencia, que merece la pena transcribir por hallarse redactada en un lenguaje impregnado de romance navarro, e indudablemente por un escribano de la Baja Navarra, más habituado al francés por cuanto parece traducida.
En ejecución de ello el de Eza hizo arrastrar por Tudela, a tambor batiente, las armas del de Gante, juntamente con una botarga que figuraba ser él, de lo que también quedó después constancia en el referido proceso instado por Antonio de Gante, el cual a su vez se vengó ahorcando en efigie al de Eza en Fontellas.
Y seguido a su vez dicho proceso penal instado por el de Fontellas, recayeron en el mismo las siguientes sentencias, real y del Real Consejo:
El Emperador, sin embargo, no era contrario a los desafíos: justo diez años después, en 1528, mantendría a su vez otro Inuy sonado, en las cortes europeas, con Francisco I de Francia, a quien llamó bellaco, vil y traidor, por no cumplir el tratado de Madrid, contestándole el retado «que mentía por toda la gola» y designando apoderados para la elección de armas, duelo que tampoco se llegó a celebrar por las evasivas y dilaciones del francés.
El motivo de ello, conforme resulta del proceso, es el considerar que el de Eza había cometido desacato y traición a Doña Juana y Don Carlos, por haber ido a Pau, capital del Reino de Navarra en aquel mornento, tras la conquista de la Navarra peninsular, buscando amparo para su razón en su legítimo Rey y Señor. Es pues, una sentencia política y no ajustada a derecho, por cuanto el de Eza se limitó a ejercitar un derecho que «los fueros deste Reino (Navarra)» le concedían. Debe tenerse en cuenta que aún flotaba en el ambiente el ansia de los navarros por su independencia, que estallaría tiempo después en la invasión de Navarra conquistada, por los ejércitos de D. Enrique de Labrit, al mando de Asparrot.
Posteriormente, el de Eza se pone al servicio de los Reyes D. Carlos y Doña Juana, a quienes presta servicios «en la guerra de las Comonidades, en las entradas de los franceses y el sitio de Fuenterrabia», como reconocerá Felipe II en una pragmática manteniendo a Doña Magdalena y Doña Lucrecia de Eza, hijas de D. Dionis, los beneficios concedidos por el César Carlos por tales servicios.
Pero como diría Puck, eso ya es otra historia.
BIBLIOGRAFÍA
- Baissonade M., La Conquista de Navarra.
- Cervantes M. de. , El ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha.
- Clemencin, D., Comentarios al Quijote.
- Fuentes, F., Bocetos de Historia Tudelana.
- Goñi Gaztambide, J., Historia de los Obispos de Pamplona.
- Lafuente, M., Historia General de España.
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- Menéndez-PidaI de Navascués, F., Los Gante españoles.
- Menéndez-PidaI de Navascués, F., Libro de Armería del Reino de Navarra.
- Moret, P., Anales del Reino de Navarra.
- Pardo de Vergara, E. , Manual de Heráldica Española.
- Sainz, M., Apuntes Tudelanos.
- Yanguas y Miranda, J., Adiciones al Diccionario Histórico el Reino de Navarra.
- Yanguas y Miranda J. Diccionario Histórico de Tudela.
Archivos
- Archivo General de Navarra.
- Archivo de Simancas.
- Archivo Municipal de Tudela.
- Archivo Notarial de Tudela.
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