Cuento de Isabel Angós e imágenes creadas por su abuelo José María
Había una vez en un pequeño pueblo, una escuela llena de risas y sueños. Un día, la profesora titular se enfermó y llegó una sustituta muy especial llamada Doña Mágica. Desde el primer momento, los niños se dieron cuenta de que ella no era una maestra común. Con un toque de su varita, hacía que los libros volaran y las tizas dibujaran en el aire.

—¡Miren! —exclamó Doña Mágica mientras hacía que un libro de cuentos se abriera solo—. ¡Hoy aprenderemos sobre los dragones!
Los niños estaban encantados. Cada día era una nueva aventura: aprendían matemáticas haciendo que los números danzaran, y en lugar de leer, los cuentos cobraban vida ante sus ojos. La clase de Doña Mágica era un lugar donde la imaginación no tenía límites.

Sin embargo, no todo era alegría. La directora, la señora Gruñona, no estaba contenta. Ella creía que la magia no tenía lugar en la escuela. Un día, decidió que era hora de despedir a Doña Mágica.
—¡No puedes hacer magia aquí! —gritó la señora Gruñona—. ¡Los niños necesitan aprender de manera seria!

Los niños, al escuchar esto, se pusieron muy tristes. Se levantaron de sus asientos y comenzaron a protestar.
—¡Queremos a Doña Mágica! —gritaron al unísono—. ¡La magia es divertida y nos ayuda a aprender!
La señora Gruñona, sorprendida por la pasión de los niños, se detuvo a pensar. Nunca había visto a los estudiantes tan emocionados por aprender. Así que decidió darle a Doña Mágica unos días más, hasta que llegara la profesora titular.
—Está bien, pero solo por unos días —dijo la directora, cruzando los brazos.
Los niños saltaron de alegría y Doña Mágica sonrió, agradecida. Durante esos días, la magia continuó llenando el aula de risas y aprendizaje.

Los niños aprendieron más que nunca y, al final, la señora Gruñona se dio cuenta de que la magia no solo era divertida, sino que también ayudaba a los niños a amar el aprendizaje.
Cuando llegó la profesora titular, Doña Mágica se despidió con una sonrisa y desapareció llenando el aula llena de pompas de jabón con forma de corazón
