
Mª Elena Sánchez Brun, nació en Pamplona, el 13 de junio de 1966. La familia se trasladó posteriormente a Tudela, donde decidieron establecerse. Es la pequeña de siete hermanos, cuyo hermano mayor, Isidro, también escritor y poeta, que ha publicado nueve poemarios. Escribe desde pequeña, relatando historias y cuentos para después descubrir la poesía. Durante unos años estuvo sin escribir, dedicada al trabajo y la familia para posteriormente lanzarse con la publicación de su primer poemario, titulado «Universo de estrellas», en la primavera de 2012. Ha ganado varios premios de poesías en diferentes certámenes. Es miembro del grupo literario «Traslapuente», donde colabora con la revista que se publica semestralmente y participa como jurado en muchos certámenes tanto de poesía como de cuentos. Acaba de publicar su segundo poemario, titulado:
«Desde mi ventana». También se dedica a la educación, es Especialista de Apoyo Educativo, funcionaria, trabaja actualmente en el colegio Santos Justo y Pastor de Fustiñana.
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NO LLORARÁN ESTOS OJOS
No llorarán estos ojos pardos
porque hoy eligieron ser libres
para dejar de ser fetiche de las formas.
Donarán su brillo a las estrellas,
lanzando su destello a las montañas
que abrazarán la danza del viento
en horas agregadas con diamantes.
No llorarán más estos ojos,
porque serán ofrendas a la Tierra
que observan fulgurantes luces de los astros
para honrarse con la fé de la memoria.
Dejarán que se abran las conciencias
y la energía vital se engrandezca
para ser eco fiel de la luna
y escuchar su música melodiosa.
Desplegarán sus crisálidas plateadas
para remontar su vuelo a llamaradas
y eclipsar el Universo en un instante
como cósmica luz entre las sombras.
No derramarán ya más lágrimas,
no serán corteza de más normas.
Reinarán como monarcas de mi senda
para llenar de ramas los rosales.
M. Elena Sánchez
Todos los derechos reservados

LOS LÍMITES DEL TIEMPO
Nunca te das el tiempo que mereces,
ese que añoras al llegar la noche,
porque vives y cuentas los minutos,
ocupados de forma indescriptible
en una agenda que no te da tregua.
Mientras, la vida te pone los años
y a tí te dejas siempre para luego.
Y se escapan los días con sus horas,
pero tú encuentras la excusa perfecta
para ignorar lo que de verdad quieres
y piensas que tendrás tu propio espacio
un día en el futuro.
Te olvidas de tí mismo, de tus sueños
y ni siquiera buscas la manera
de encontrarte. No escuchas
a tu corazón que fuerte palpita
como un humano que sueña perderse
entre la vida y sus frivolidades
y vas dejando a un lado
tus propias perferencias
porque siempre son los demás primero.
Nunca te das descanso,
crees que puedes con todo y abandonas
los límites que el tiempo te acontece
y así, sin darte cuenta,
te llegan las arrugas.
Entonces te percatas que tuviste
el tiempo y dejaste que volara.
Mª Elena Sánchez
Del libro «Desde mi ventana» , Ed. Traslapuente.

MOMENTOS
Entre las cortinas hay días hermosos,
con tardes de espejos y noches de plata.
Entonces, el cielo derrama su manto
con místicas nubes que el viento conforta.
Son bellos momentos, con sus soledades.
Se inunda el paisaje formando colores
que el sol ha irradiado y es el infinito
tras el horizonte que lo invade todo.
Se cubren las calles muy bien ocultadas
bajo la penumbra que trae el ocaso.
Aún huele a esperanza nuestra vida rota
y es la peregrina de nuestras memorias,
hechas de pedazos de lo que vivimos.
Ya llegó ese tiempo para que las aves
tengan que emigrar y olviden promesas
hechas de acuarelas de falsos colores.
Todo huele a lluvia, con su luz de otoño
y deja su aroma sobre los tejados,
donde las palomas despojan sus nidos,
entre mil arrullos, musitando tardes
y olvidan las plumas que no necesitan.
Y llega la noche, con su suave viento.
Se asoma la luna, el día se acaba.
Se van los momentos, se van los sollozos.
Mª Elena Sánchez
«Desde mi ventana»

NUNCA ES TARDE
A lo lejos observo cómo cruza la calle
con su paso cabizbajo.
La vida quiso hacerle de las suyas
y el llanto se quedó entre sus arterias.
Le rompieron el corazón una vez,
él siempre lo supo.
Sobre sus hombros cayó el viento
y la lluvia, entre multitudes apresuradas
que esperaban el brillo del sol.
Pero él no se detuvo,
a pesar de todo lo vivido
y de las vertientes duras
de lo inaccesible.
Un día supo hacer los nudos más fuertes
para que las hojas del otoño
no marchitasen.
El viento se llevó las amarguras,
los malos recuerdos, los rencores
y tuvo un nuevo sueño
al despertar una mañana. Y nunca
fue tarde para volver a amar.

LA FELICIDAD NO PUEDE ESPERAR
Cuando pierdas ese miedo a ser quien eres
y dejes de sentir ese compromiso
de estar siempre acertado en tus acciones,
entonces abrirás
todas tus puertas a ese paraíso
despoblado en el que habita esa paz
que deseaste por mucho tiempo.
Así que vive, cubre tus ojos del amor
que has tenido guardado en tus rincones.
La alegría nos viene a pedacitos,
con fragilidad, pero nos ampara
en días de tormenta.
Sin saberlo, emprendimos
un viaje encomendado, sin instrucciones.
Por eso, trata de aferrarte a la vida
y cubirte de luz por las mañanas.
Respira esos aromas que perfuman
tus sonrisas. Construye nuevos lazos
de afecto que te llenen de gozo.
Camina con tus manos siempre llenas
para dar a los otros lo que tienes.
La felicidad tiene prisa, no espera.
Nos llega sin aviso, sutilmente,
como el ave que viaja a todas partes.
Hay que dejarle poco tiempo a la tristeza.
Despídete de todos los obstáculos
que te llenan de lágrimas.
No llores. No lamentes. Bendice.
La felicidad no puede esperar,
porque llega en silencio sin decirte
nada, ni explicar su significado.
Ya no esperes más. Cógela y no la sueltes.

LO VAS A QUERER MÁS
Nacido de la arena
tibia de una mañana de verano,
se te cayeron todas las miradas
cuando supiste que iba a ser distinto.
Y pintaste tus dedos en su rostro,
para medirlo palmo a palmo, sola,
porque ese día el alma
se te partió en pedazos.
Lo vas a querer más,
porque tu sangre corre entre sus venas,
porque es sombra de plata en el silencio
porque es ese pedazo de tu carne
que duele cuando hay quienes
miran con los ojos del recelo.
No pensarás dejarlo en otras manos
que no sean las tuyas,
porque querrás cuidarlo hasta la muerte,
así tendrás los motivos
suficientes que a ti te justifiquen
todo ese amor de madre
que nace en tus entrañas
y que nadie te diga nada, nunca.
Te aliarás con todos los rebeldes
que libran sus batallas cada día
para construir ese nuevo mundo
que llene de gaviotas las mañanas
en los días nublados.
Lo vas a querer más,
mucho más de lo que creas o pienses
y no llorará más tu rabia en ello,
porque fue ese regalo de la vida,
puesto sobre tus manos
para que aprendas todos los caminos.
Lo vas a querer más…
Sí, lo vas a querer más.

UNIVERSO DE ESTRELLAS
Fuiste mujer de la historia,
que no entendía de igualdades.
Te abriste camino entre el crepúsculo,
entregando tu juventud a cambio de nada,
Me enseñaste de las batallas de la vida,
incluso de las perdidas…
Madre, cuando miro las estrellas,
eres tú la más brillante,
sé que estás en ella,
meciendo el mundo entre tus brazos.
Desfilaste banderas del tiempo,
y antes de que tus palabras llegasen a tu boca,
ya irradiabas amor.
Fuiste la persona que más me amaste
en esta vida, como un arco iris de ternura.
Eres la luz de la aurora, la dueña de mi historia.
Por ti late hoy la sangre de mis venas
que busca el lenguaje de tu alma,
mientras las estrellas dibujan
el contorno de tu cuerpo.
A solas te invoco madre,
porque se que me contemplas.
Vives en mi cada instante
y sigo buscando cada día
tus huellas entre mis manos.
Ejerciste con máxima sabiduría,
como mujer entre todas las mujeres,
Eres la hermana, la suegra, la tía, la abuela,
que forman un universo de estrellas,
y velan el sueño de la Tierra.
Sólo tú comprendes mis anhelos, mis tesoros,
mis desdichas….
Te marchaste un día entre mis brazos,
brillando todavía la luz que me dejaste
y el aroma de tu perfume,
que todavía se respira entre las calles.
Madre entre todas las madres,
que nunca mueres,
que siempre estás entre las cosas,
Decidiste la eternidad de tus días,
relegando el regalo de la nostalgia
en el vacío que dejaste.
De «Universo de estrellas», Ed. Siníndice

En los diez años que tuve el privilegio de educarla, ella me enseñó mucho más a mí de lo que yo pude enseñarle. (Para Dekra)
EL SUEÑO DE APRENDER A VOLAR
Llegaste con la luz inesperada
que acristala los sueños de la vida,
para desafiar todo pronóstico
del tiempo y romper con lo esperado.
Todavía te escurres al instante
que trato de palparte con mis manos,
mientras caminas con tu penitencia.
Y paso a paso sueñas, con la libertad
hecha inaccesible,
con el sueño de aprender a volar
en un cuerpo que siempre te encarcela.
Existen escalones encrespados
que te hacen avanzar más lentamente.
Pero tu gran secreto no lo saben,
no saben que eres toda una heroína
porque aunque tengas miedo,
desafías al tiempo y aunque cueste,
ese afán tuyo de aprender no cesa.
Cuando cierras tus ojos
sueñas…Sueñas que vuelas a esos mundos
relatados en los libros que lees.
Entonces eres libre.
Alcanzas esos cielos,
más allá de lo que jamás soñaste.
Y hay quienes no ven la profunda aurora,
la que se oculta en tu juvenil risa.
Hay quienes incluso nunca esperan nada
porque lo esperan todo.
Hay miradas perpetuas, escondidas
detrás de sus palabras que son incomprensibles a tus ojos,
que nunca ven ni entienden
y surcan el vacío.
Quizás cuando los tiempos se permuten
y permanezcan con los milenarios
árboles que se esfuercen por llegar
al cielo y con sus ramas al sol peinen,
las palabras perdidas en el viento
puedan ser escuchadas con la brisa.
Entonces sabrán que en verdad existen
otras vidas distintas,
con diferentes sueños.
Del libro: «Desde mi ventana». Ed. Traslapuente 2024

ALEX
Vives en la tierra de las estrellas,
donde existen las rosas sin espinas,
donde la llamada del corazón
detiene el tiempo en un instante.
Eres la presencia que sostiene
al mundo entre sus manos,
el reflejo invisible entre espejos
que buscan la luz de la mañana.
Hoy tendrías treinta años
y en tu cuerpo de cristal
dormirían las huellas
de los días futuros del recuerdo.
Nunca fuiste de este mundo,
lo veía en tus ojos.
La canción que ibas a cantar,
no pudo ser inventada.
Tu aire se acabó
como agua en el desierto
y se fue el aliento de tu cuerpo
con tu memoria, gota a gota.
Se te arrebató el destino
y la ilusión del mañana
para transformarte en el ángel
guardián de la noche
que busca la presencia de los sueños.
De entre las generaciones del olvido,
quiero que se recuerde tu nombre.
Te envío mi eco con el viento
para que retenga un momento de tu existencia
y el horizonte se haga visible
en un punto del infinito.
No existe rincón que no sea tuyo
porque en el cielo de tus ojos
siempre me pareció ver a Dios.
El recuerdo añorado
dejó una estela en el camino
y el eco del instante
llenó el vacío de tu alcoba.
Otra estrella ocupó tu estancia,
rompió el silencio de tu ausencia,
pero se pobló la colina de tu memoria
para vestir de oro nuestra conciencia.
«Universo de estrellas», Ed. Siníndice