ENTERRAMIENTOS SINGULARES EN LA IGLESIA DE SAN NICOLÁS. TUDELA. (Siglos XVIII – XIX).
Juan José Bienes Calvo
A MODO DE INTRODUCCIÓN HISTÓRICA.
La antigua parroquia de San Nicolás de Bari ha sido objeto, recientemente, de un proceso de consolidación de sus cimentaciones y reparación de cubiertas, resultado de una campaña mediática sobre su estado de conservación y posibles uso y destino en un futuro próximo.
La Iglesia se cerró al culto en 1974. Poco a poco se fueron desmantelando sus retablos, llevados tanto al Museo de Tudela como a diferentes templos de Navarra. Con un imparable proceso de ruina, el edificio fue comprado por el Ayuntamiento de Tudela a la Diócesis con el fin de incorporarlo a las actividades del Centro Cívico Rúa, cercano a ella.
El actual templo se construyó entre los años 1729 y 1733 debido al inminente proceso de ruina de la iglesia anterior tras dos grandes inundaciones del río Mediavilla en 1709 y 1729 (Sáinz, pag 1142). Este denominado “río” Mediavilla es en realidad un barranco local que solo recoge escorrentías de lluvia de los Montes de Canraso y cruza la iglesia por debajo de los pies de la nave.
Su entrada cuenta con elementos reaprovechados del anterior templo, destacando el tímpano románico, algunos otros elementos notables de su portada y un escudo de los Evreux. También se aprovecharía el cuerpo principal de la torre, con una orientación diferente a la nave. (Melero, pags 162 – 184).
La notoriedad de esta iglesia también radica en que fue el lugar del enterramiento provisional del Rey Sancho VII el Fuerte hasta que el Papa Gregorio IX decide por Bula conceder a Roncesvalles el lugar definitivo para su tumba, en detrimento de la Colegiata de Tudela y el Monasterio de la Oliva (del Campo, pag 424).
Fachada y torre de la Iglesia de San Nicolás.
Además de la existencia de los restos románicos en la portada, la existencia de otro templo anterior está constatada por una variada documentación existente en los archivos eclesiásticos y los archivos notariales de Tudela, de la que ya se nutrió el historiador y archivero Juan Antonio Fernández cuando en 1786 realizó su obra manuscrita “Memorias y Antigüedades de la Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari de la Ciudad de Tudela”.[1]
Plano de la Iglesia a finales del Siglo XVIII. Según J. A. Fernández.
Juan Antonio Fernández no llegó a conocer el anterior templo, y en su obra nos proporciona tres dibujos de las diferentes fases. Una planta y alzado corresponden a la iglesia que él mismo mide y dibuja con su escala gráfica en varas. La otra planta es un dibujo que él mismo dice copiar de otro plano que llegó a sus manos por casualidad y que titula Planta de la Antigua Iglesia de San Nicolás.
Plano de la Antigua Iglesia copiado por J. A. Fernández.
LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA.
Durante las obras que se realicen hasta dotar al edificio de un uso social, será necesario realizar excavaciones arqueológicas que recuperen los datos y los materiales de algunas de las incógnitas que presenta el templo, siendo la principal de ellas la de la situación y posibles restos de la fábrica original de época románica.
El estudio histórico del subsuelo de la iglesia de San Nicolás se ha planteado a través de la realización de varios Talleres de Arqueología promovidos desde la concejalía de Centros Cívicos del Ayuntamiento de Tudela.
Mediante este sistema de voluntariado se han realizado hasta la fecha de finales de 2017, siete talleres de arqueología, en los que sus integrantes han podido conocer de primera mano el desarrollo de la investigación y ser testigos de descubrimientos de gran relevancia para el conocimiento del desarrollo del templo, así como el hallazgo de importantes piezas artísticas.
VI Taller de Arqueología. Agosto 2017.
Aparte de estos talleres, también tuvo lugar una intervención arqueológica durante los trabajos de refuerzo de la cimentación del templo que se realizaron entre finales y principios de 2014 – 2015, respectivamente.
Estos trabajos han proporcionado importantes datos para el estudio del templo, e incluso evidencias de poblamiento anterior a la construcción del mismo, de cronología islámica, pero no es ahora el momento de centrarnos sobre todo lo hallado, que ya será publicado en detalle más adelante, además de que las labores de excavación, con una previsión de continuidad hasta finales de 2019, seguro que depararán nuevos hallazgos.
Sin embargo si que es necesario apuntar que la excavación arqueológica ha aportado importantes datos sobre la evolución del templo, cuya información es obligatorio adelantar.
En el I Taller de Arqueología se comenzó excavando en el presbiterio, lugar por costumbre carente de enterramientos. A poco más de un metro de profundidad se localizaron varios suelos de ladrillo y varias estructuras tanto de piedra como de ladrillo, pero sin la potencia como para sostener un muro de carga de la bóveda de piedra de un templo románico.
El hallazgo de estos pavimentos a dicha profundidad se debe a que en la nueva construcción del templo se decide elevar la cota de suelo, así como la de todo el entorno de la iglesia, a un metro por encima de la cota anterior, con el fin de que si en lo sucesivo ocurrieran nuevas inundaciones, no se produjeran daños en los bienes muebles de la iglesia.
El estudio de los elementos estructurales descubiertos, en comparación con el plano de la antigua iglesia que dibujaba Juan Antonio Fernández, tenía serias coincidencias, pero lo fundamental era que esa antigua iglesia estaba orientada al Sur, de la misma manera que lo está la actual, descartándose su cronología medieval.
En los documentos aparecen muchas obras efectuadas a comienzos del siglo XVI, pero siempre se habían tomado como reformas añadidas a la iglesia románica. Por lo descubierto hasta el momento, la iglesia original fue derribada para construir un templo totalmente nuevo a comienzos de ese siglo XVI, que será objeto de nuevas ampliaciones y reformas hasta su ruina en 1729.
Hasta el momento actual se han encontrado varios elementos estructurales de esta iglesia de comienzos del siglo XVI, principalmente los apoyos de tres grandes arcos diafragma y capillas entre ellos, así como elementos decorativos en yeso de tipo mudéjar y gótico final, muy presentes todavía en el Renacimiento temprano.
De la fase medieval solo se han localizado algunos de sus enterramientos, orientados hacia el este, tanto en cista de lajas de piedra como en fosa simple, y todavía no tenemos estructuras que puedan ser claramente de su fábrica, aunque en la Capilla de San Marcos se han localizado dos estructuras de argamasa que pueden ser restos profundos de la cimentación del ábside, aunque habrá que esperar a abrir en la nave para poder ver si aparecen los muros paralelos de la nave aunque sea a nivel de cimentación.
LOS ENTERRAMIENTOS.
Sin lugar a dudas, los principales restos que vamos a encontrar cuando excavamos en el interior de una iglesia son los enterramientos que hay en ella. Desde la Edad Media, la cultura cristiana siempre ha depositado y honrado a sus difuntos en las zonas de culto, y cuando éstas se fragmentan en las diferentes parroquias que tiene una población, la vecindad entre vivos y difuntos es todavía más patente.
A partir del siglo XVI los enterramientos se realizarán en el interior de los templos, haciéndolo solo fuera aquellos que no tuvieran recursos económicos, los “pobres de solemnidad”, en los llamados “fosales”. El suelo de todas las iglesias se divide en espacios numerados, llegando en casos a construirse cajones de enterramiento hechos en ladrillo o piedra, pero lo más normal es que bajo el suelo numerado solo haya tierra para excavar la tumba sin ningún tipo de delimitación.
Todo el suelo de madera en nave de la iglesia de San Nicolás está dividido en compartimentos que se distribuyen en 7 filas y 9 calles, con un total de 63 cajones numerados, aunque existieron más filas hacia los pies de la iglesia cuya tarima desapareció en obras modernas.
Cajones de enterramiento. Primera fila tras quitar las tapas.
En los planos de las dos fases de la iglesia que dibuja Juan Antonio Fernández también incluye la retícula de los enterramientos de la nave, aunque nos centraremos en la más moderna ya que el tema del presente artículo trata sobre los de esta última.
Hay que señalar que en el plano no aparecen tantos enterramientos como hay en realidad. En su plano solo figuran 7 filas y 9 calles, existiendo espacio a los pies del templo sin numeración. Sin embargo, en un libro de registro de defunciones, existe un plano exclusivamente de la retícula numerada que forma la tarima en el que existe una octava fila que completaría los enterramientos hasta el número 72, y finalmente dos filas más de cinco enterramientos cada una hasta llegar al número 82.
Hay que indicar que estas dos últimas filas cortas que estaban a los pies de la iglesia están cortadas por la cimentación del muro que se hizo al derribar la parte trasera la iglesia y dar más amplitud a la Plaza de San Nicolás. Esta zona a los pies de la iglesia era de altura más baja, soportando un coro alto que se derribó sobre el año 1934
Puesto que tenemos tres fases correspondientes a sendos templos de San Nicolás, también tenemos tres fases de enterramientos diferenciadas claramente. La fase medieval comprendería desde el siglo XII al XVI, caracterizada por individuos orientados al este y enterrados en cista de piedra o en fosa simple. Otra fase “intermedia” que comprende desde el siglo XVI al XVIII, con individuos orientados al sur, que se localizan a cotas entre 1’50 y 2 m. Y una tercera fase correspondiente a la iglesia actual con enterramientos desde 1733 a mediados del siglo XIX, con enterramientos orientados hacia el sur localizados hasta profundidades de 1’50 m.
LOS ENTERRAMIENTOS SINGULARES.
En el ritual de enterramiento, tras excavar la fosa, se coloca a los difuntos en decúbito supino, boca arriba, en el mismo sentido que está orientada la nave de la iglesia, de tal manera que los cuerpos miren hacia oriente cuando en época medieval se entierran fuera de las iglesias o mirando hacia el altar mayor cuando se entierran dentro de las iglesias a partir del siglo XVI.
Los enterramientos correspondientes a la tercera etapa de la Iglesia de San Nicolás, a partir del siglo XVIII, siguen también esta norma: los que son enterrados en la nave de la iglesia miran hacia el altar mayor y los que se entierran en las capillas hacia el altar de su propia capilla.
La mayor parte de los cuerpos enterrados en esta última fase lo han sido en caja de madera, un ataúd, más estrecho en los pies que en los hombros y clavado con clavos de hierro. Dependiendo de la humedad y de la propia madera, la conservación ha sido desde una leve línea de polvo marrón a tablas compactas muy bien conservadas
Los ataúdes son sencillos, de forma trapezoidal y tapa plana. Solo un caso ha tenido una tapa facetada, como un baúl. Debido a la descomposición de la madera no sabemos si estarían adornados, aunque en tres casos se ha conservado pintura negra y, excepcionalmente, un ataúd de niño presentaba decoración pintada con cenefas y óvalos.
Conjunto de ataúdes en la séptima fila de enterramientos.
En el presente artículo se estudian algunos enterramientos que se denominan “singulares”, si bien en una gran parte de todos los excavados hasta el momento podemos encontrar alguna peculiaridad que los hace diferenciarse de los demás, ya sea por rasgos morfológicos propios de su constitución física, por algún objeto o material hallado junto con sus restos, por la posición de los mismos, características del ataúd, etc.[2]
Pero cuando denominamos a un enterramiento “singular”, es que éste está depositado de diferente manera que los demás y en un acto totalmente intencionado. Distinguiremos aquí tres tipos de enterramientos “singulares”, como son los enterrados en sentido contrario a la orientación de la iglesia, mirando hacia los pies de la misma y los enterrados en decúbito prono, o boca abajo. Entre los primeros diferenciaremos dos grupos, los enterrados en las filas 1ª y 2ª, y los enterrados en las filas 7ª y 8ª, siendo los primeros, enterramientos de sacerdotes.
Hay que decir que la excavación de todos los enterramientos de la tercera fase del templo no se ha completado todavía y no se descarta que aparezcan nuevos enterramientos “singulares” en las próximas campañas; aunque están finalizadas las filas 1, 2, 7 y 8, y de las cuatro filas que restan en medio casi se ha excavado un 50% sin que hayan aparecido nuevos ejemplos.
ENTERRAMIENTOS “SINGULARES” DE SACERDOTES.
Los sacerdotes son enterrados en las primeras filas cerca del presbiterio y presentan un ritual de enterramiento diferente a los demás miembros de la parroquia quedando depositado su cuerpo en posición contraria, mirando hacia los pies del templo, aunque más bien hay que decir que están mirando hacia los feligreses. Esta posición no deja de ser curiosa pues hasta los cambios realizados en el culto tras el Concilio Vaticano II, ya en época mucho más moderna, la misa se ofrecía de espaldas a los fieles, mostrándose de frente solo durante la comunión o durante los sermones desde el púlpito. Sin embargo los encontramos en esta posición cuando lo más lógico sería que al estar en un lugar preeminente estuvieran orientados hacia el sagrario del altar mayor.
Cuatro son los enterramientos correspondientes a sacerdotes que se han localizado en las dos primeras filas de enterramientos, estando tres de ellos en la primera y un cuarto en la segunda fila. Estando completamente excavadas estas filas, no es de esperar que aparezcan nuevos ejemplos en las siguientes.
CAJÓN Nº 5. ENTERRAMIENTO 91.
En el Cajón nº 5 se descubrió a un único individuo adulto orientado hacia los pies de la iglesia, enterrado en ataúd de madera perfectamente delimitado, con una longitud de 1’90 m y anchura en cabecera y pies de 44 y 22 cm respectivamente. Sus restos aparecieron a 83 cm de profundidad y se estimó una estatura de 1’67 m. Presentó abundantes restos de tela y cordón anudado perteneciente a un posible hábito franciscano. También entre los restos de tela recuperados se diferenció claramente el extremo de una estola muy sencilla.
La gran cantidad de tela y la madera del ataúd han hecho que los restos óseos apenas se hayan conservado, recuperándose solo algunas partes centrales de los huesos largos, siendo el resto una simple mancha blanca. Aparte de los fragmentos de tela mejor o peor conservados, llamó la atención su calzado, unas sandalias de cuero, en consonancia con su hábito de franciscano, en este caso muy bien conservadas.
Restos del Enterramiento 91, estola, cordón y sandalias.
Este fue el primero de los enterramientos de sacerdotes localizados, dife renciable no solo por su posición sino por la presencia de la estola.
Un elemento a tener en cuenta es su ubicación en el suelo de la iglesia, ya que el Cajón 5 es el central de toda la primera fila, donde acabaría el pasillo que separaba las dos filas de bancos y por donde desfilarían todas las personas que fueran a comulgar, casi tomando la comunión encima de él.
CAJÓN Nº 7. ENTERRAMIENTO 93.
En el Cajón nº 7 también apareció un único enterramiento orientado hacia los pies de la iglesia y localizado a una profundidad de 73 cm., descansando sobre el suelo de ladrillos y la base de un arco diafragma de la iglesia del siglo XVI
No conservaba ningún rastro de vestimenta pero sí se diferenciaban las marcas del ataúd, con una longitud de 1’70 m y anchuras en la cabecera y los pies de 62 y 30 cm respectivamente. La estatura estimada es de 1’75 m estando ligeramente encorvado en la caja.
Enterramiento 93 entre los Enterramientos 92 y 94.
Estas posturas forzadas dentro de la caja, con el cuello torcido, la hemos vuelto a encontrar en otros enterramientos similares. La excesiva anchura del ataúd en su cabecera y la posición de sus brazos y manos, con dedos entrelazados, denotan una gran amplitud de abdomen, siendo una persona obesa en cuyo funeral pudo haber problemas durante el traslado o al introducir el ataúd en la fosa, ya que estos cuerpos parecen haberse deslizado por algún movimien to brusco.
CAJÓN Nº 9. ENTERRAMIENTO 95.
En el Cajón nº 9 se localizaron restos de al menos dos individuos adultos con huesos y telas removidos y desplazados hacia un lateral. In situ solo se conservaban parte de unas piernas y las suelas de unos zapatos pertenecientes a un individuo adulto orientado hacia los pies de la iglesia.
La orientación de los restos, el tipo de telas y que estuviera así mismo en primera fila de enterramientos era indicativo de que se trataba de otro sacerdote.
Huesos y telas arrinconados en un lateral del Enterramiento 95.
Es extraño en esta tumba que no haya aparecido un enterramiento completo, siendo éstos los únicos restos hallados en el Cajón nº 9. Lo lógico sería que este desplazamiento de los restos se hubiera hecho para colocar un nuevo enterramiento, pero la ausencia de éste quizás podría hacer pensar que los restos fueran profanados para coger algún objeto que llevara el cadáver.
CAJÓN Nº 15. ENTERRAMIENTO 124.
En esta ocasión, el Enterramiento 124 es el segundo que hemos hallado en el Cajón nº 15. Sobre él se encontraba el Enterramiento 120 causante de que durante la excavación de su fosa le quitaran la cabeza al anterior ocupante.
El segundo enterramiento pertenece a un individuo adulto, robusto y fuer te, que también está orientado hacia los pies de la iglesia. Sus restos descansan a una profundidad de 108 cm y tendría una estatura estimada en 1’70 m.
La posición de los brazos es muy similar a la del Enterramiento 93, indicando con la amplitud de los brazos que se trataría de una persona obesa.
Además de los restos óseos se recogieron parte de unas cintas de color verdoso (hilo de plata) que estarían formando parte de la pasamanería de una casulla, recuperándose escasos restos de tela.
ENTERRAMIENTOS SINGULARES CON ORIENTACIÓN INVERSA.
Aparte de los enterramientos de estos cuatro sacerdotes, hemos encontrado otros cinco enterramientos más con orientación invertida, mirando hacia los pies de la iglesia, pero a diferencia de los sacerdotes, que se encuentran en las dos primeras filas de enterramientos, estos otros lo están en filas más cercanas a los pies del templo.
El hallazgo del primero de ellos fue tomado como un elemento curioso producto de un mejor aprovechamiento del espacio dentro del cajón de enterramiento, pero el hallazgo de más ejemplos, hasta un total de cinco, hizo pensar que podría tratarse de otra cosa más seria que un simple tema de ubicación, pudiendo estar ante “enterramientos de castigo”.
CAJÓN Nº 59. ENTERRAMIENTO 26.
Fue el primero en ser localizado, siendo el quinto y último enterramiento excavado en este Cajón nº 59 que se sitúa en el centro de la séptima fila. Todos ellos son adultos y con una ocupación de alta densidad dentro de su espacio. Esto se debe a que por esta zona, a los pies del templo, discurre el Río Mediavilla y sobre su cubrimiento descansan parte del alzado y suelos de la iglesia.
La cubierta sobre el río, mediante un sistema de arcos que sostienen losas de piedra, hace que la profundidad del terreno para realizar enterramientos esté limitada a la cota donde se encuentran las losas, 92 cm desde el suelo de tarima. No obstante, en este Cajón se encontraron cinco individuos enterrados, teniendo una disposición cuando menos curiosa, ya que los cuatro más profundos estaban enterrados por parejas, y el más superficial, por consiguiente el más moderno, solo y rompiendo parte del ataúd de uno de los inferiores.
Cuatro de ellos están enterrados orientados mirando hacia el Sur, hacia el altar, pero uno de ellos, de los más profundos, lo hace hacia el lado contrario, a los pies de la iglesia. El primer pensamiento fue el de que estaría enterrado de esta manera por adaptarse mejor, junto con el otro ataúd, al espacio del cajón
de enterramiento, invirtiendo la posición para que el extremo estrecho de uno coincidiera con el ancho del otro; aunque los dos enterramientos más superiores, que también estaban enterrados a la par, estaban en la misma dirección, hacia el sur.
En cuanto a los restos, pertenecen a un individuo adulto, de sexo varón, de avanzada edad, con una estatura estimada de 1’62 m. Descansa a una profundidad de 90 cm y no presenta ninguna característica especial. Como dato curioso, faltaban los dos huesos del antebrazo izquierdo, faltando también los huesos inferiores de la pierna izquierda del otro enterramiento paralelo, con toda seguridad debido a la excavación de la fosa para uno de los enterramientos superiores a ellos.
CAJÓN 67. ENTERRAMIENTO 28.
Fue el segundo en encontrarse, localizándose solo en este cajón que se encuentra en la fila octava. Los restos aparecen a unas cotas entre 65 y 80 cm, pertenecen a un individuo adulto – joven, de sexo mujer, con una estatura estimada de 1’63 m. Están orientados hacia el norte, a los pies de la iglesia; presenta cuerpo estirado, con cabeza mirando hacia arriba; brazo derecho estirado, pegado al cuerpo, y brazo izquierdo flexionado sobre la pelvis con la mano extendida sin llegar a tocar la muñeca derecha.
Enterramiento 28. Anillo en su mano derecha.
En el dedo anular de su mano derecha se encontró un anillo, el único hallado hasta la fecha in situ. Es un anillo de mujer, con un sello romboidal, con campo reticulado, en el que hay una flor con un corazón en el tallo.
Al encontrar este segundo enterramiento en posición invertida sin que hubiera ningún condicionante físico que hiciera pensar que los restos se hubieran adecuado al mismo, se empezó a pensar que este posicionamiento del cadáver respondía a una práctica intencionada.
CAJÓN 60. ENTERRAMIENTO 52.
Parte de un enterramiento, en la fila séptima, del que solo se conservan las caderas, sacro, catorce vértebras y las costillas del lado derecho, ya que se ha visto alterado por otros enterramientos realizados sobre él y en otros cajones, pues se encuentra bastante descentrado ya que entrarían las piernas en el Cajón 69.
Torsos de los Enterramientos 52 y 65.
Se trata de un individuo adulto, de sexo varón, con huesos muy potentes. Descansa a una cota de 70 cm. Enterrado también mirando al norte.
CAJÓN 61. ENTERRAMIENTO 56.
Enterramiento infantil, en la fila séptima, orientado al norte. Sus restos aparecen a una cota de 70 cm y miden 60 cm de longitud. Su fosa ha cortado parte de un gran ataúd en la que se enterró a dos individuos, hombre y mujer, a los que ha desmontado los huesos de las piernas.
No presenta ataúd, por lo que podría haber dudas sobre si estaba así intencionadamente o fue una equivocación del enterrador.
CAJÓN 57. ENTERRAMIENTO 65.
Parte de otro enterramiento, también en la fila séptima, del que solo se conservan las caderas, sacro, vértebras y algunas costillas del lado izquierdo. Sus restos se colocan encima de la pierna izquierda del Enterramiento 66 y ambos han sufrido pérdidas de huesos por enterramientos posteriores. Se localiza a una cota de 73 cm y por sus características se trata de una mujer.
ENTERRAMIENTOS SINGULARES EN DECÚBITO PRONO.
Son hasta el momento los menos numerosos, pero desde luego son los más llamativos, o mediáticos, ya que se conocen como enterrados boca abajo. Su hallazgo supone oír los más variopintos comentarios sobre brujería, malas prácticas religiosas, prostitución, actos impuros, etc. y pensando en todo momento de que se trata exclusivamente de mujeres, siendo esto último totalmente falso ya que en los casos encontrados hay de ambos sexos.
Hasta el momento solo se han localizado dos enterramientos en decúbito prono, ocupando sendos extremos de las filas quinta y séptima.
CAJÓN 63. ENTERRAMIENTO 44.
Enterramiento en decúbito prono de un individuo adulto, de sexo mujer, orientado en el sentido de la nave, que se localiza en la fila séptima. Presenta cuerpo estirado, muy bien conservado; cabeza ladeada a la derecha, brazo derecho plegado sobre el vientre y brazo izquierdo paralelo al cuerpo pero con el codo levantado hacia arriba. Los restos aparecen a una cota de 62 cm y se estima una estatura de 1’55 m.
Restos boca abajo del Enterramiento 44.
CAJÓN 37. ENTERRAMIENTO 47.
Segundo enterramiento en decúbito prono de un individuo adulto, de sexo varón, orientado en el sentido de la nave, que se localiza en la fila quinta. El cuerpo está ligeramente ladeado sobre su costado izquierdo, habiendo perdido la cabeza y el brazo izquierdo. Sus huesos son de color oscuro y están mal conservados, sobre todo en la zona del tórax.
Los brazos se localizan debajo del cuerpo, estando estirados cogiéndose las manos. Los restos aparecen a una cota de 75 cm y se estima una estatura de 1’55 m.
Restos del Enterramiento 47 sobre el Enterramiento 48.
Si en los enterrados en posición inversa, volviendo la cara al altar mayor, hablamos de un ritual funerario de castigo, y en algún momento podemos dudar de ello por la existencia de alguna imagen o altar colocado a los pies de la iglesia sobre los que dispusieran en vida de estar orientados tras su muerte, no ocurre lo mismo con los enterrados en decúbito prono, siendo el castigo indudable.
La razón de su culpa no la sabemos, no existe un libro sobre normativa del ritual funerario para pecadores y tenemos que pensar en costumbres acordadas entre las diócesis y los feligreses. Solo un buen estudio documental, y mucha suerte, podrían poner en relación los nombres de las personas enterradas aquí con algún testamento o litigio que pudiera dar luz sobre las actividades que realizaron estas personas, algo que es aplicable a todos los demás enterramientos de esta iglesia.
BIBLIOGRAFÍA.
DEL CAMPO JESÚS, Luís. “Sancho el Fuerte de Navarra”. Pamplona. 1960.
FERNÁNDEZ, Juan Antonio. “Memorias y Antigüedades de la Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari de la Ciudad de Tudela”. Tudela. 1786.
MELERO MONEO. María Luisa. “Escultura románica y del primer gótico en Tudela”. Tudela 1997.
SÁINZ PÉREZ DE LABORDA, Mariano. “Apuntes Tudelanos”. Tudela. Reedición 1969.
[1] Quiero expresar mi agradecimiento a Beatriz Pérez Sanchez, Archivera del Ayuntamiento de Tudela por algunos de los datos documentales aportados en este artículo, así como copias de los planos que realizó J. A. Fernández.
[2] Quiero expresar también mi agradecimiento a Maitane Tirapu de Goñi, arqueóloga, por los primeros estudios de osteoarqueología realizados sobre los restos que integran este artículo, así como a todos los integrantes de los Talleres de Arqueología por su paciencia y tesón a la hora de recuperar los restos de todos los enterramientos hallados hasta la fecha.
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