Banquero
UN HOMBRE se quema sentado ante una mesa sobre la que apoya sus manos mientras es castigado por dos demonios. La criatura de la derecha le agarra de la cabeza para mantenérsela erguida mientras el demonio de la izquierda introduce en la boca del condenado una especie de horquilla o gancho de metal.
Interpretación
Junto a prestamistas y cambistas, la Puerta del Juicio condena también a los banqueros, una profesión que floreció en la Tudela medieval gracias al desarrollo del comercio. Además de custodiar y prestar dinero, los banqueros idearon el sistema de letras de cambio, con el que se evitaba que los comerciantes ambulantes recorrieran las peligrosas rutas medievales con grandes sumas de dinero en metálico.
Estos mercaderes ejercian su oficio en una especie de escritorio conocido como banca, de ahí el origen de la actual palabra «banco» como lugar de transacciones económicas. La dovela muestra al avaricioso banquero sentado en su escritorio mientras le alcanzan las llamas del Infierno. Sobre la mesa hay varias monedas y la balanza donde las pesaba para determinar su valor. Dos demonios le abren la boca para amputarle la lengua por haber engañado a sus clientes, o bien para hacerle tragar las monedas ganadas. Esta segunda opción coincide con la visión del Infierno del escritor Gonzalo de Berceo (1197-1264) en la que narra así este castigo: «Métanles por las bocas el oro regalado, dirán que no debiesen haberlo ganado». Además, también recuerda a la leyenda contada por el teólogo Jacques de Vitry (1160/70-1240) en la que un avaro pidió ser enterrado con todo su dinero. Cuando sus familiares abrieron la tumba para robarle descubrieron horrorizados como unos diablillos hacían tragar al difunto monedas incandescentes.
Fragmento del mediometraje EndiHablado.
Texto del libro: La puerta del Juicio de Blanca Aldanondo y Diego Carasusan. Actualmente agotado.
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