EXCAVACIÓN EN EL HUMILLADERO DEL PUENTE
Situación al final del puente.
Esta actividad se desarrolla promovida por la Concejalía de Educación, Centros Cívicos, y Juventud del M.I Ayuntamiento de Tudela y por el Centro de Estudios “Merindad de Tudela” como actividad práctica de los dos Talleres de Arqueología realizados en primavera de los años 2001 y 2002.
El Humilladero es, actualmente, un edificio en ruinas que se encuentra a la derecha del acceso al puente del Ebro en su entrada hacia Tudela. Para aquellas personas que desconozcan de que se trata un humilladero, hay que decir que es una de tantas cruces, muy numerosas en toda España, que se encuentran jalonando los cruces de caminos y las entradas o salidas de los pueblos. Estos monumentos pueden ir desde la más simple cruz de metal montada sobre una columna de piedra, al monumento erigido sobre escalinatas, con adornos y figuras que engrandecen la cruz, y estar todo ello cubierto por una edificación que no impida ver ni acceder al interior.
El Humilladero del Puente debió de ser una de estas grandes obras, ya que un relato del año 1630 describe la cruz adornada por una gran cantidad de tallas religiosas, erigida sobre varios escalones y un pedestal. Todo ello cubierto por un templete de cuatro arcadas que se erigía, también, sobre escalinatas.
El edificio ha llegado hasta nuestros días en completa ruina, con sus arcos cegados y su espacio interior convertido en vivienda y vaquería, hasta que lo adquirió el Ayuntamiento, hará unos 15 años.
La intención del Ayuntamiento de comenzar aquí una excavación surgió por un artículo escrito por José Luis Ramírez, conocido tudelano, quien obtuvo de fuentes fiables la información de que la cruz fue enterrada en el suelo del edificio sobre el año 1941. La excavación, naturalmente, no obedece solo a esta “búsqueda del tesoro” ya que los arqueólogos somos muy cautos ante las tradiciones orales, sino a la búsqueda de información sobre las fases del humilladero, como tal edificio, como fortín de defensa del puente en las guerras del S. XIX, y como otros usos que desconocemos después de su pérdida como función religiosa. No obstante, siempre quedaba el gusanillo de saber que pasaría con la cruz.
Antes de comenzar la excavación fue necesario demoler la techumbre, un forjado interior y todos los compartimentos de las lechoneras que había en la planta baja, debido al estado altamente ruinosos de la construcción. Después, fue necesario rebajar con martillo compresor, unos 40 cm de hormigón en varias capas superpuestas, que habían sido echadas para los suelos de las vaquerías, hasta dejar el espacio libre de cemento con el suelo de tierra de la primera vaquería de los años 40.
La excavación, que solo dedica los viernes por la tarde y los sábados por la mañana, comenzó el viernes 7 de Junio, y esa misma tarde se descubrió un gran segmento del fuste de la cruz, tumbado entre una capa de escombro de gran potencia. En la mañana del sábado se descubrió parte del pedestal donde iba encajado el fuste, correspondiente al primer tramo de la columna de la cruz. Realmente si que había algo enterrado, pero no era la cruz, sino la parte baja de la columna un fuste octogonal de proporciones considerables.
Durante dos fines de semana se ha quitado esta capa de escombro, formada por la destrucción de uno de los arcos del humilladero para ampliar la edificación hacia el oeste y subir de cota el suelo para evitar las inundaciones.
Bajo esta capa de escombro se han ido documentando algunos suelos en que el edificio se utilizaría como almacén de tipo agrícola, con abundante materia orgánica de restos de leña y carbonilla. En un rincón del edificio ha aparecido una habitación construida con ladrillos que parece ser un apartado con un suelo que aísle algunos productos de la humedad, como un pequeño silo.
El suelo El último fin de semana de Junio se ha llegado a tocar un suelo empedrado, que puede ser el del fortín del S. XIX. Además la habitación de ladrillos parece se una reforma de otra habitación anterior que ya se utilizó en la época del suelo empedrado. Aunque no se ha excavado todavía, pensamos que pueda tratarse del polvorín del fortín.
2ª Fase
Durante la primera semana de Julio se ha descubierto la mayor parte del empedrado, que está dibujando calles paralelas. Se ha descartado la reforma de la habitación interior, viéndose que todo corresponde a una sola fase y que la estancia tuvo puertas que la comunicaban con el exterior y con el interior del fortín.
La munición y las monedas halladas sobre el suelo empedrado parecen indicar que tuvo una larga utilización como puesto de guardia. Las monedas son de Fernando VII y de Isabel II, pero habrá que esperar a ver que materiales aparecen bajo el suelo para contrastar la cronología. Por estas monedas habría que suponer que el Humilladero se reforma en fortín durante la Guerra de Independencia y no para las Guerras Carlistas, pero hay que tener en cuenta la utilización de estas monedas en etapas posteriores a su cronología. Su uso hasta la segunda o tercera décadas del S. XX viene atestiguado por la presencia de munición de fusil y botones militares de ingenieros o artilleros, con atributos reales.
Durante la larga etapa militar se han documentado tres puertas de entrada, correspondientes a tres fases diferentes que han quedado marcadas tanto en las paredes como en el suelo, con acceso por escalón o por rampa
También se ha quitado la primera capa de escombro de la casa añadida al humilladero en su lateral que afronta con el río Ebro. Corresponde al mismo momento en que se derriba el arco, en los años 40, apareciendo el suelo de ladrillos de la vivienda y el arranque de una escalera con su rellano.
3ª Fase y última
Durante la segunda semana del mes de Julio se ha trabajado en la casa añadida al Humilladero. Bajo el suelo de ladrillos que descubrimos la semana pasada encontramos una carga de arena limpia de unos 60 cm de potencia que estaba ocultando el empedrado de una planta baja y una rampa de acceso bordeada con sillares, en perfecto estado de conservación.
El empedrado del Humilladero y el de la casa coexisten dentro de una misma funcionalidad, como creemos que es la del pago de impuesto para cruzar el puente, de hecho, sobre el empedrado de la casa no se ha hallado munición y se han recogido ocho monedas de Isabel II y una pesa de plomo, todo ello sobre el suelo. Esta homogeneidad en las monedas indica una separación cronológica de los dos espacios, que además viene reforzada por una separación física, ya que se tapia la puerta de acceso entre casa y humilladero, que no volverán a unirse hasta la construcción de la vaquería, a unas cotas superiores.
Esta separación ha de producirse por una nueva reforma en fortín para las Guerras Carlistas. Mientras el empedrado de la casa queda sepultado bajo la arena, en perfectas condiciones ya que se utilizó durante pocos años, el empedrado del fortín se utilizará hasta 1920 o 1930, produciéndose un mayor desgaste y sufriendo varias reparaciones.
A final de la semana y con harto dolor de nuestros corazones se tuvo que tomar la dura decisión de levantar el empedrado del Humilladero, dejando, por el momento, el de la casa como testigo de esta fase. Inmediatamente bajo el suelo se hallaron una buena cantidad de botones y moneda del S. XVIII, aunque la cronología viene indicada por la más moderna de todas, una de tres maravedís de Fernando VII que nos daría una fecha posterior a 1830 para la construcción del empedrado.
Cada vez resultaba más evidente que el cerramiento del Humilladero se realizó a principios del S. XIX, durante la Guerra de Independencia, lo que pudo constatarse durante la tercera semana de Julio y última de excavación.
Bajo la preparación para el empedrado se halló una estructura de gran superficie, formada por grandes piedras cogidas con argamasa que ocupaban la mayor parte de la zona central del Humilladero. Esta estructura no llegaba hasta las paredes, quedando una distancia cercana al metro, ocupada por un suelo de tierra. Bajo este suelo se halló munición de bolas de plomo para fusiles de avancarga y una hebilla rectangular, más algún botón.
Un elemento constructivo que perteneció a la fase del empedrado y que nos pasó desapercibido al quedar amortizado bajo una rampa de tierra, es una pequeña cámara subterránea, de unos dos metros de largo por uno de ancho, a la que se bajaba por tres escalones, y que hemos interpretado como una pequeña fresquera para mantener agua y alimentos frescos. Por metodología, esta cámara debía de haberse excavado antes de levantar el suelo, pero en Arqueología, a veces las relaciones entre los diferentes elementos no quedan claras debido a los procesos de construcción-destrucción.
Al quitar la última capa de tierra se dejó al descubierto el primer escalón de las gradas sobre las que estaría elevada la Cruz del Humilladero. Solo se ha conservado esta primera, ya que las demás fueron arrancadas para dejar la superficie llana. Estas gradas eran de planta octogonal, igual que el fuste de la cruz, y ocupaban toda la superficie del Humilladero.
Finalmente solo nos quedó excavar parcialmente unas pequeñas zonas trapezoidales que quedaban entre las gradas octogonales y la estructura de los pilares del Humilladero, de forma cuadrada. Enseguida apareció la cimentación de los pilares, formada por un amontonamiento desordenado de grandes piedras y grava y arena con poca cal. En el cimiento apareció algún fragmento de cerámica del S.XVII, viéndose, además que no había una unión directa entre la cimentación de los pilares y las gradas, existiendo grietas y huecos, por lo que el cubrimiento de la cruz se realizó unos cien años después de su construcción.
Ahora solo queda esperar que se tome una determinación sobre la conservación o destrucción del monumento. La excavación ha proporcionado datos importantes sobre los elementos necesarios para darle una imagen muy cercana a como fue originalmente, aunque nunca sabremos como fue la cruz y las maravillosas esculturas con que la describen.
Nuestra labor ha terminado, ahora media ciudad dilucidará sobre si recuperar el monumento, mientras la otra mitad lo hará sobre si tirarlo para dar más visibilidad a la circulación del puente. De todas maneras el trabajo arqueológico ha quedado documentado gracias a las penosas y agradables jornadas del Taller de Arqueología y al apoyo prestado por la Brigada de Obra del Ayuntamiento, pues en total se ha rebajado una cota de dos metros, con agotadoras tardes y mañanas de sacar escombro y barrer suelos interminablemente.
Vaya desde esta página el agradecimiento a todas aquellas personas que aportaron su trabajo para descubrir el Humilladero y que a pesar del escombro, el sudor, el polvo, las ampollas y los callos, todavía guardan el deseo de volver a comenzar una próxima excavación.
Arqueólogo:Juan José Bienes Calvo
Creación web: José Mª De la Osa para ciudadtudela.com
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